sábado, 12 de enero de 2008

Un junio


… y así, quebrándose su alma como una hoja de otoño reseca,

se dejó llevar por el viento en mil pedazos, se dejó caer…

mutilada por el filo helado de aquel junio…

Quizás fue la eterna espera que arañando su más sublime deseo

ya transformó paciencia en agonía,

inhalando el vaho del oscuro atardecer con olor a humedad…

Y así se deja envolver por la venenosa lengua de la locura,

que atormenta, que tortura –sigilosa, asfixiante-

… se retuercen sus mil pedazos quebrándose más y más,

pero aún así no abandona a su inconsciente

que desgarra sus últimos vestigios de serena savia

que resisten todavía al temporal,

con el alma mojada.

Y así se detuvo su vuelo,

pese a que el viento continuaba arrasando con todos los sueños ajenos…

y así se detuvo,

allí se detuvo,

sin más…

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