miércoles, 20 de mayo de 2009

Rato de ventana y escalera


Y había una ventana que quizás me miraba,
o me invitaba, o me imitaba.
Abierta de par en par en esa tarde de invierno,
jugaba a no darse cuenta que el viento la acariciaba.
Ella sonriente y naranja, de vidrios esmerilados,

charlaba con la escalera, le cantaba, la abrazaba.

Hasta que un par de escalones, le murmuraron sus sombras,

sus caprichos, sus hazañas…

y así, -con mucha paciencia- se les fue pasando el rato,

el viento, lo anaranjado,
aquellas sombras pesadas,
los gritos de la arboleda,
las tostadas, las bufandas…
y así todo quedó en calma,

sin naranja ni escalera,

pero respirando lunas,

pegoteadas con estrellas,

con los besos de las hojas,

con canciones,
con más huellas.
Con menos sombras profundas,

y más mañanas de seda.

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