martes, 20 de noviembre de 2007

Héctor


A Héctor no le gustaban las tardes de sol. Tampoco le gustaba merendar en la plaza, porque siempre había mucha gente, y él decía que lo miraban raro. Nunca fue de tener muchos amigos, y eso que tenía un corazón requetebuenazo el loco, pero creo que fue por miedo al rechazo, que su elección siempre era andar solo por ahí, calladito y por la sombra más oscura. Una vez tuvo una novia, -me lo contó el Jacarandá de acá a la vuelta- porque la verdad es que yo nunca lo vi, y de tan timidón que era ni me hubiera imaginado que Héctor pudiera andar paseándose por ahí con una compañera de viajes, de noches, de ratos, así, tan fresco y a la vista de todos. Vaya uno a saber a quién le arrastraba el ala, aquel; o “las alas”, porque según los rumores fue un amor pulenta pulenta, tanto que no pudo volver a tener otro nunca más. Ni la terapia de barrio lo ayudó.

Después de esa noche de calor no lo vi más. Mientras me hacía unos mates en la cocina, sentí un alboroto medio zonzo que se escurría de su casa, bah, más que casa era una choza, pobre Héctor. Era tan pobre que no tenía ni una bolsa rota para llevarse las pocas cosas que se había conseguido para vivir en esos meses que jugó a ser mi vecino. Si cuando subí a ver si precisaba algo, encontré un pañuelito anudado que intentó ser su equipaje, pero se ve que era tan poco lo que tenía, que hasta eso le quedó grande.

Y nunca más supe de él, ni el Jacarandá de la vuelta, ni el poste de la esquina, ni los cables enredados me quisieron contar nada. Y como amigos no tenía, pobre Héctor, le perdí el rastro por completo.

Andará por allá, volando bien alto para que nadie lo vea, bien lejos de los faroles y con chilliditos cortos, no vaya a ser cosa que asuste a las chicas del barrio que toman mate en los balcones. Si algún día lo ves por ahí, sacale charla, te aseguro que él te escucha aunque parezca desinteresado. Y aunque es medio feo, el pobre Héctor, tiene un corazón hermoso, ¿sabés? Por eso, si lo ves pasar, llamalo, chistale, que el loco andará muy triste y sólo buscando otro rancho para llorar sus penitas en silencio, al oscuro. Pero buscando que lo escuches, de cerquita nomás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Después de tantas idas y vueltas, de más de una opinión, creo que estoy errada en creer que Héctor es Héctor realmente. La verdad es que no me lo puedo figurar ya en otro cuerpo. Para mi es así y no hay otra posibilidad.

El tan sólo hecho de pensarlo de otra manera me pone mal, y ojo!, no es de prejuiciosa pero quien quiere tener un amigo como todos, a esta altura, se lo figuran?!. La realidad es que prefiero saber que él está ahí, nadie lo quiere echar, y por eso lo pienso por mucho tiempo más en nuestra cocina.

En mi ya forma parte de una compañía, como ninguna otra, al imaginarme las pocas mañanas que estoy en el depto, y digo depto porque mi casa primera no es esta eh! Sabes que bueno poder hacerte unos mates y tratar de entablar una conversación fuera de lo común, intercambiar estilos de vida mas que diferentes. Porque ni siquiera seria lo mismo que hablar con un extranjero, claro está.

Pero bueno es difícil este transe, es como un gran amigo que se va… en este momento es algo así. No es que no quiera ser amiga de lo que se intuye que hay ahí, pero la realidad es que me encariñe de ante mano, sin saber con certeza con quien estaba tratando… bueno pasa bastante seguido.

Pensar en tener una amistad con alguien que vive solo de noche ya hace que crea que no será posible, yo por lo pronto de noche trato de dormir y no de ir de parranda vio!?. Además vaya a saber que intenciones tiene porque por lo que dicen todos los que provienen de su misma especie no miran con buenos ojos a las chicas/mujeres. Se corre el rumor que el maestro, capo di tutti es Drácula, y como todos sabemos este ultimo no nos dejo lindas sensaciones.

Que se yo… señoras, señores, chicas, chicos, niños, no se asusten, yo tampoco lo estoy (o si, pero trato de disimular), no quiero pensar mas. Por el momento seguiré creyendo en mi amigo Héctor pero en forma de pajarito, de 18 años o un poco mas y no en un murciélago con ganas de chupar sangre y de dejarnos sin ganas de vivir.

Sebiss dijo...

casi tan bueno como una barra bonobon bañada en relleno de bonobon.