sábado, 2 de agosto de 2008
El día que mi silla se iluminó...
Y sí, uno se descuida por un instante y de pronto,
todas las miradas se hacen sustancia y nos invaden hasta los huesos,
el alma se desparrama y se hace viscosidad entre los dedos,
hasta volverse intangible, inalcanzable, imperdonable...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Entrada más reciente
Entrada antigua
Inicio
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario