Quedaron esas cómplices paredes inocentes que escucharon a tus manos temblorosas, que miraron a esos ojos de pánico desolados, chorreando culpas tan pesadas como invisibles, cicatrizando castigos inmorales que te aplastaron la sien…¿Quedaron? Sí, quedaron las paredes… quedó el cemento frío. Inmutable. Acá.






