sábado, 6 de septiembre de 2008

Guadaña

Los mordes; se desangran; lloran, mutilados, desorbitados,
te piden a gritos que te vayas pero te amarran hasta asfixiarte
los propios deseos, y tu furia ya sin fuerza se desespera de pasión,
de ira, y de desolación, y se calla... Se sienta a un costado,
resignando la violencia de la fogosidad plena,
y deja caer como una manta de seda
las ganas de alcanzar el más allá.
Baja las pestañas. Se acuesta, ya no espera.
Se duerme, se muere, se va. ¿Y... se va?

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