viernes, 30 de enero de 2009

Pupila


No siendo esclava de tus ojos, perforo mi aliento
con las rocas filosas que soltó el camino desandado,
y me dejo arañar, impávida, serena y ensangrentada,
por unos gritos helados que no logran desarmar tu alma.
Ciega de tanto por mirar, emprendo ese vuelo
furioso y desesperado, y corro tan rápido como
tu sombra no alcance, y mi piel se despega de tu sombra,
y tu sombra se lleva la mía, y mis manos te asfixian
las entrañas, y tu suspiro acalla mi demencia, y el sol
enfermo de pudor explota en llanto porque mi paciencia
calmará tu ira… entonces, enredada, ahora, en la maraña
de tus huesos de labios secos, dejo caer mis párpados
sobre tus huellas, y te sigo… ciega de tanto por mirar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sera un comentario pedorro pero me gusto..no se que pero me gusto..
me gusta eso de que siempre tomas ojos prestados para ver...o te quedas ciega de tanto mirar...me gusta...
ahora....una pregunta...tenes problema con el oftalmologo??? copo...no jodas!! anda a verlo y ya!

Niev dijo...

Cuac! Naa, creo que el problema no son los ojos, sino lo que ven, quizás por eso tomo siempre como elemento recurrente esas cosas...

(si, vos haces comentarios jocosos, y yo le pongo toda la seriedad... ¿y??)