domingo, 9 de diciembre de 2007

Bondi, raro bondi


La verdad es que el tipo olía feo. Mal. Por suerte el perfume de ella cubría en parte este olor hediondo que la ventanilla izquierda ayudaba a desparramar. El perfume era fresco. Ella era rara, la verdad es que era rara. El otro, el de la remera roja, llevaba consigo algunos problemas de proporciones, no muy exagerados pero evidentes. Era raro, en realidad, era raro. El señor del olor profundo también era raro. Portaba unos lentes arreglados quién sabe cuántas veces con pedazos de cinta gruesa. Sucia. Con cristales rotos y anchas patillas, con un pelo de alambre canoso desprolijamente mugriento y excesivamente desalineado. Muy raro.

La gente en el colectivo desfilaba por los pasillos sin percibir las rarezas que nos rodeaban. Sin percibir la rareza que estaba por ocurrir. La gente no los veía, pero nosotras sí. A nosotras la sensibilidad nos toca el alma; la de este mundo y la del otro también.

Ella leía detrás de su perfume. El ya no tenía más rarezas para compartir. El otro miraba por la ventanilla creyendo que viaja como siempre, a donde siempre. Pero no, y su mente no lo sabía pero su remera sí. Se lo decía bajito, de espaldas.

Ella repartió unas miradas inquietas en todos los asientos del colectivo, a mí me convidó dos o tres, al otro le regaló un papel. Timbre. Puerta. Rápido. Se bajó, se perdió.

El desproporcionado se descolocó. El viejo de anteojos no lo notó. El perfume ya se había bajado pero el olor ácido se transformó precipitadamente en intriga. El otro ojeó el papel y estaba más descolocado aún. Vaciló. Sonrió. Siguió leyendo. Su remera roja acusó un: “Me verás volver…” casi como un presagio. No habían pasado tres minutos del abandono del perfume fresco, cuando el chico de las desproporciones notorias desesperado se lanzó hacia la vereda aprovechando las puertas abiertas del transporte público.

La intriga se triplicó. El otro también se perdió. El viejo de los anteojos ni lo notó.

1 comentario:

Sebiss dijo...

Te digo que un par de veces la pense, y otras quise ser el de remera careta que recibiera el pelpa.
Muy bueno meris.