lunes, 3 de diciembre de 2007

Ehhmm... duendes, ponele


Y nos podríamos aventurar en un viaje en kayak con verdes duendes sin verrugas, dejándonos llevar por las torrentosas aguas moradas de algún río escondido… o más osado, audaz, arrojado aún, atrevernos a volar en un globo aerostático naranja, -porque los globos aerostáticos son naranjas, siempre, si no, no vuelan- y desde el cielo ver cómo las anguilas voladoras, cual aves de rapiña, buscan frenéticamente su alimento en las cercanías del delta del Tigre.

Claro que dentro de este disfraz humanoide no sería del todo fácil percibir ese tipo de sucesos, pero quizás en el tren que nos lleva y trae diariamente, vendan unos anteojos de cartón passepartout (o "paspartú", para el que no tenga dominio de la lengua francesa) que permiten medianamente ver estos acontecimientos, los cuales la gente que dice llamarse “normal” los califica como cargados de anomalías, fantasiosos y exagerados, con los cuales disiento, desde ya. Si no reconocemos a estos vendedores, es porque no estamos focalizados verdaderamente con el producto. Claro está, que al adquirir estas preciadas gafas, estos simples vendedores ambulantes se tornarán algo extraños, pero no permitan que esto les quite el sueño, cerciórense de llevar calzado cómodo, para correr ni bien perciban este cambio.

Hablando de globos, no es para nada complejo el tema de inflar una piñata, y mucho menos el remontar un globo aerostático, y menos que menos si este es naranja. Pero cuidado, por lo general, los duendes que manejan kayaks no tienen las capacidades desarrolladas para remontar globos aerostáticos naranjas. Puede que estas criaturas tan angelicales, dependiendo del color de las arrugas de su madre, sepan desenvolverse en el clásico juego de los cumpleaños infantiles, que consta en reventar globos con la cola. Esa es la mayor cercanía a un globo que los pequeños pueden aspirar. También es recomendable vigilarlos cuando se sientan sobre hormigueros, de a tres, porque es ahí donde se disponen a aspirar otras tantas cosas, más que a un simple juego de reventones.

Retomando el tema del calzado cómodo, podemos decir que no hay peor duende que el que no quiere ver. Y ni hablar de los bichos bolita que le temen a los caracoles. A las babosas también, pero argumentan que los caracoles son tipos más duros. Como siempre todo es culpa de los padres, quienes asustan a los pequeños bichos bolita en edad escolar, con seres como “La mariposa de la bolsa” (no es “El hombre de la bolsa”, ellos no entienden de cuestiones humanas). Dícese de un ser peludo, oscuro y dentado, que con sus gigantes alas autoadhesivas, se pasea derrapando por lo bajo, en las galerías de las casas tipo chorizo, en busca de bichosniñosbolitas que no quieren ingerir sus vegetales… todos le temen porque saben del poder adhesivo que éstas alas poseen, y es así como se cubren las alas de cantidades industriales de bolitas pegoteadas y asustadas, y cuando no hay más capacidad, ni cemento de contacto, se sacan sus alas, las hierven en líquido para frenos, hacen un buen guiso para todas las mariposas de la pradera, y para Ana también, y a otra cosa mariposa. Ahora bien, se preguntarán por qué se la llama “La mariposa de la BOLSA”, si lleva a sus presas pegadas en las alas, y no dentro de una bolsa. El hombre de la bolsa, lleva (si, lleva, porque existe, eh) a sus niños humanos en su súper resistente bolsa de arpillera sucia, que le robó al papero una tarde de calor, cuando las papas quemaban. Pero el sustantivo que se adjunta en la denominación de este animalito temido por las bolitas pequeñas, deviene de las bolsas de los ojos que las mariposas, por ser de clase medio-baja, nunca se pueden operar, ya que esta es una operación terriblemente costosa. Además, como las mariposas tienen tan corta vida, -dicen que viven hasta que se mueren- para qué andar haciendo tanto gasto innecesario, ¿no? Son nimiedades con las que pueden convivir en su poco tiempo de paseo por esta tierra. O al menos eso le dicen a la prensa.

Para concluir entonces, nos quedamos con un simple consejo: ser precavidos con los duendes que manejan fititos, porque las bolitas dan un perfil de gente buena y sencilla, pero estos tipos están siempre calzados, y si tienen verrugas es porque son de la mafia andina. Hacer caso omiso a sus incoherencias, no aceptar paseos en kayaks voladores, ni una vuelta en el fitito. Y menos que menos, si la bolita es naranja.

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