
Que mis amigos imaginarios son más reales que los de carne.
Que los fantasmas azules te pueden morder los dedos,
pero los perros violetas te siguen a todas partes.
Que no, que no es invento, que siguen mudos por no asustarte.
Que esperan quietos por no abusar,
que lloran el frío como un chihuahua
y esperan la lluvia sin despertarte.
Que quieren mimos -pero no grites, que si les hablo me miman más.
Que están cansados de tanta pena, y estarán hartos de mendigar.
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