Sigo viviendo en diagonal.Sigo muriendo.
¿Qué maestro endiablado te trajo tan cerca y tan afilada?
Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada.
Raúl se sentía solo. Me decía que se la pasaba dando vueltas, siempre sobre lo mismo. Me contaba que escuchaba la ventana, pero no podía ver el sol. Que charlaba con Héctor, pero no podía mirarlo a los ojos. "Qué triste es no poder ver por la ventana, y pensar que estoy tan solo..." me decía, con la voz pálida. Que se estaba perdiendo un mundo entero por no poder tener ojos como todos, eso lo ponía muy triste... entonces, yo, mientras él se terminaba el mate ya un poco lavado, le hice unos ojos amables para que pueda disfrutar del mundo de las imágenes... para que no esté más triste, para que pueda sonreir con los párpados... pero fue en vano; ni bien le pegué sus ojitos nuevos, estos se dejaron caer suavemente y transformaron el nuevo rostro de Raúl en un semblante más triste del que ya tenía, sólo que ahora era más expresivo. "Qué triste es mirar por la ventana, y ver que estoy tan solo", repetía bajito...



No no, que no.