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Los mordes; se desangran; lloran, mutilados, desorbitados,
Se que permitís esa llaga en tu conciencia porque el grito del jardín es más feroz que el propio lobo, y es más cobarde que el placard. Si te dejaras llevar sólo un instante, si te dejaras los pulmones tocar; si te embebieras de aquel aliento espeso que empapó tus ojos, que te asfixió el mirar, quedaría tu mente ciega, mutilada; y desde el túnel tan seco como hambriento, sólo podrías correr hacia el infinito, sin hallar jamás la salida.
Quedaron esas cómplices paredes inocentes que escucharon a tus manos temblorosas, que miraron a esos ojos de pánico desolados, chorreando culpas tan pesadas como invisibles, cicatrizando castigos inmorales que te aplastaron la sien…
NO -dijo la almohada- cuando vos creiste haber encontrado el silencio,
Y es que tal vez ellos también esperan a que alguien se les siente al lado, esperan, pacientes, anhelando ser compañía, ser alma y carne una vez más, ser susurro y no brisa, ser aliento y no suspiro, ser calor, ser abrazo, ser relato de lo onírico, ser sabor, ser un rato, 

